Por tanto, pedirá continuamente al espíritu que venga a quedarse en su peni- tencia, en
su humildad, en su valentía, en su resignación, en su oración, en su fe, en su amor, en sus luces, en su esperanza, en su caridad, en todos los afectos puros del alma y en todos los movimientos de su esencia espiritual y divina, para que ya no puedan vencerlo en los combates que tenga que mantener.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .