Uno de los elementos fundamentales de la gran máquina biológica del Geocosmos de Kircher, donde
reside la fuente de energía para moverla, el corazón de la misma, es el fuego central. Kircher creía sinceramente en él. Los volcanes eran una prueba concluyente de la existencia de esos receptáculos ígneos situados en el centro del planeta. Estos son algunos de los textos más clarificadores de su pensamiento: "Así, fue congruo con la naturaleza señalar el centro de la Tierra como el lugar propio del fuego, de modo que desde este pirofilacio central se comunicase a otros pirofilacios superiores y a la superficie misma de la Tierra por medio de conductos subterráneos, porque la naturaleza de este elemento le lleva a dirigirse siempre de abajo arriba. El hecho de que este calor dure perennemente y que a pesar de tantas expiraciones no llegue a consumirse se debe a la continua pericíclosis (ciclo) de la naturaleza: porque al ser el Geocosmos el globo terráqueo, del mismo modo que el fuego recibe del aire la vida y extrae del agua el necesario alimento, así también el fuego comunica fuerza y vida a los elementos acuosos y aéreo por medio de un comercio recíproco, de modo que no puede existir el uno sin el otro". (A. KIRCHER. Mundus Subterraneus, 1665, Libro II, capítulo XIX). [SIERRA, 1981:64]. Y en otro lugar dice: "Y así, cuando es necesario, la sustancia terrena da nuevo alimento al fuego por medio de conductos subterráneos de modo que así se conservan perennemente en su ser todas y cada una de las cosas. (...) A su vez, la Tierra atrae al rayo, que se transforma en contacto con ella en un fantasma ígneo que asume la naturaleza del aire vecino, de donde pasa a ser agua y luego tierra, volviendo a empezar otra vez la pericíclosis. Igualmente, el mar está originalmente encerrado en enormes cuevas que hay en el interior de los montes, de donde sale para formar fuentes, ríos y lagos y a donde retorna para volver a empezar. Finalmente, el agua, al caer por entre las ciegas entrañas de la Tierra, arrastra consigo una mezcla de elementos terrestres que sirve como alimento a los pirofilacios que, al hincharse a causa de los espíritus cálidos que contienen, emiten vapores por unos canales que calientan así los hidrofilacios y los demás receptáculos y los animan a la génesis de los vegetales y de los animales. Y así, con un movimiento perenne y cíclico, existen y se conservan todas las cosas de la naturaleza". (A. KIRCHER. Mundus Subterraneus, 1665, Libro II, capítulo XIX). [SIERRA, 1981:69].
Athanasius Kircher . El Geocosmos .