He enseñado que la actividad o la inactividad de los centros condiciona a la personalidad,

actuando por medio del sistema endocrino; que las energías canalizadas y las fuerzas por ellos generados, pueden ser controladas y dirigidas por el alma, el hombre espiritual. He dicho también que la energía del centro sacro (el centro más involucrado y activo en el momento de la primera iniciación) debe ser trasmutada y elevada al centro laríngeo, transformando así el acto creador físico en el proceso creador que produce lo bueno, lo bello y lo verdadero. El abecé del conocimiento fundamental es: la transmutación del sexo. En ese proceso transmutador los hombres han cometido grandes errores y han abordado el tema desde dos ángulos: 1. Han tratado de suprimir el deseo natural, esforzándose por destacar el celibato obligatorio, desviando así con frecuencia a la naturaleza y sometiendo al "hombre natural" a reglas y reglamentos que no estaban en la intención divina. 2. Han tratado de agotar -en el otro extremo- el deseo sexual normal por medio de la promiscuidad, el libertinaje y las perversiones, perjudicándose y sentando las bases paras las dificultades que se producirán en muchas encarnaciones futuras.

Alice A. Bailey . El Sexo .

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