La figura de que se habla es idéntica al sello de Salomón o doble triángulo

de los cabalistas, por lo que cabe preguntar si estos lo recibieron en herencia de Salomón, quien a su vez lo tomó de los indos, o si estos se lo apropiaron de los judíos cabalistas (28). Pero no emprendamos esta frívola discusión y continuemos tratando de la luz astral cuyas desconocidas propiedades revisten mucho mayor interés. Admitiendo que este mítico agente es el éter, veamos que sabe de él la ciencia moderna. Roberto Hunt, de la “Sociedad Real de Londres”, dice a propósito de la acción de los rayos solares: “Los rayos amarillos y anaranjados, que son los de mayor potencia lumínica, no alteran el cloruro argéntico, mientras que los rayos azules y violetas, cuya potencia lumínica es menor, alteran dicha sal en poco tiempo... El cristal amarillo apenas se opone al paso de la luz; pero el azul, si la intensidad de color es mucha, sólo admite muy corta cantidad de rayos lumínicos” (29). Además, vemos que la vida se manifiesta lozana bajo la influencia de los rayos azules y languidece bajo la de los amarillos. Por lo tanto, no cabe explicar estos fenómenos sino por la hipótesis de que la vida orgánica queda diversametne modificada bajo la influencia electro-magnética, cuya índole aún desconoce la ciencia. Hunt echa de ver que la teoría de las ondulaciones no concuerda con el resultado de sus experimentos. Sir David Brewster demuestra (30) que los colores de las plantas se deben a la específica atracción ejercida por las partículas del vegetal sobre los diversos rayos lumínicos y que la luz solar elabora los coloreados jugos de las plantas, así como también determina el cambio de color de los cuerpos. Al propio tiempo expone el mismo autor que no es fácil admitir que estos efectos provengan tan sólo de las vibraciones del éter, y por lo tanto, se ve precisado a creer que la luz es materia. El profesor Cooke, de la Universidad de Harvard, disiente de los que aceptan definitivamente la teoría de las ondulaciones (31). Si es cierto el principio de Herschel, según el cual la intensidad de la luz en cada ondulación está en razón inversa del cuadrado de las distancias, contraría si acaso no invalida la teoría de las ondulaciones. La verdad de este principio se ha demostrado repetidas veces por medio del fotómetro, y sin embargo todavía subsiste la teoría de las ondulaciones, aunque algún tanto quebrantada. El general Pleasanton, de Filadelfia, es uno de los más resueltos adversarios de esta anti-pitagórica teoría, según puede ver el lector en su obra De los rayos azules, contra cuya argumentación habrá de defenderse Tomás Young, quien, según refiere Tyndall, consideraba inmutablemente establecida la teoría de las ondulaciones. Eliphas Levi, el mago moderno, concreta el concepto de la luz astral en la siguiente frase: “Para adquirir facultades mágicas se necesitan dos cosas: redimir la voluntad de toda servidumbre y ejercitarse en regularlas.

H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .

Índice