También las herramientas están sexuadas. «¿Cuál es la mejor arma? —exclama el poeta Ibn Errümi—.

Tan sólo un sable bien afilado, con su filo, masculino, y su hoja, femenina» 11. Por otra parte, los árabes llaman al hierro duro «hombre» (dzakar) y al hierro blando «mujer» (ánit). Los herreros de Tanganika practican varias claraboyas en el hogar. La mayor parte recibe el nombre de «madre» (nyina); «por ella es por donde al final de la operación del fundido saldrá la escoria, el mineral forjado, etc.; la de enfrente recibe la denominación de isi (el padre), y por ella se introducirá uno de los mejores fuelles; las intermedias son los aana (hijos)» 13. En la terminología metalúrgica europea el hogar donde se fundía el esmalte recibe el nombre de «matriz» o «seno maternal» (Mutterschoss), Todavía sobrevive oscuramente la asimilación del trabajo humano en el que se utiliza el fuego (metalurgia, forja, cocina) al crecimiento del embrión en el seno materno en los vocabularios europeos (cf. Mutterkuchen, «placenta»; Kuchen, «pastel»). En tal universo mental ha sido donde han cristalizado las creencias relativas a las piedras fecundadoras y ginecológicas y a las piedras de lluvia. Y una creencia aún más arcaica las ha precedido: la de la petra genitrix.

Mircea Eliade . Herreros y alquimistas .

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