De modo que valía la pena probarlo y era inútil escapar. El misionero le miró
fijamente. El león también se acercó. El también empezó a mirar fijamente a los ojos del misionero. Durante cinco minutos estuvieron frente a frente, mirándose mutuamente a los ojos. Entonces, de repente, el misionero vio el milagro. De improviso el león juntó sus garras y luego se inclinó haciendo una reverencia como si estuviera orando.
Osho . Yoga: La Ciencia Del Alma Vol 1 .