Le dirá: no dudo que bendigas el trabajo y las obras de mis manos y

que mis manos se queden como hinchadas por la abundancia de la justicia y por el celo de tu servicio; no dudo que bendigas el trabajo interior de mi deseo y de mi amor y que se hagan parecidos a tu deseo y a tu amor; no dudo que bendigas mi inteligencia y mis ideas y las prepares para recibir en su pureza los rayos vivos de tu luz y de tu verdad, porque Tú has hecho el alma del hombre para que sea tu camino y tu órgano y, por muy sucia y muy impura que pueda estar, no te importa meterte en su suciedad y purificarla para que, después de haber entrado en ella en tu humillación y tu sufrimiento, lo hagas en tu alegría y en tu gloria.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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