Pero la liberación del culpable no podía tener lugar sin el sacrificio del ino- cente,

ya que había que ofrecer un señuelo al enemigo para que se cebase en él con toda su ira y soltase la presa. Por eso es por lo que el reparador anula todas sus fuerzas espirituales para entregarse a la fuerza temporal de los hombres. Anula todas sus fuerzas espirituales, por su amor y por el deseo que tiene de devolver la vida a sus hermanos, lo mismo que el primer hombre había anula- do las suyas con codicioso orgullo y una ceguera inicua; se entrega al poder temporal de los hombres en una fecha concreta en que su ley y sus costumbres lo autorizan a liberar a un criminal y, aunque tiene todos los medios para esca- par de las manos de sus enemigos, se deja condenar por ellos y permiten que suelten al ladrón. Imagen temporal de la liberación espiritual que iba a reali- zarse en toda la posteridad humana, por la consumación de su sacrificio.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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