Espera la hora propicia para venir a realizar en el alma este saludable sacrificio, porque
su amor por nosotros lo ha obligado incluso a someterse a la ley de las horas; pero, cuando llega esta hora, se sienta a la mesa con nosotros y nos dice: «deseo ardientemente comer esta pascua con vosotros, antes de padecer, porque os aseguro que ya no volveré a comer, hasta que se celebre en el reino de Dios». Porque, después de la consumación del gran sacrificio del reparador, se necesitaba aún algún tiempo para la ratificación y para que los frutos de este sacrificio llegasen a su término.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .