Si estoy profundamente relacionado con la compasión... con el amor, con el verdadero sentimiento de
algo sagrado, ¿cómo puedo transmitir ese sentimiento? Por favor, siga esto. Si lo transmito a través de un micrófono, mecanismo de la propaganda, y de tal modo convenzo a otro, su corazón seguirá estando vacío. Operará la llama de una ideología, y él tan sólo repetirá, como todos ustedes repiten, que debemos ser afectuosos, buenos, libres toda la tontería que pregonan los políticos, los socialistas, y demás-. Viendo, pues, que cualquier forma de compulsión, por sutil que sea, no trae consigo esta belleza, este florecimiento de la bondad, de la compasión, ¿qué ha de hacer el individuo?... ¿Qué relación hay entre el hombre que tiene este sentido de la compasión y el hombre cuya mente está atrincherada en lo colectivo, en lo tradicional? ¿Cómo hemos de descubrir, no teóricamente sino de hecho, la relación que hay entre ambos?... Aquel que se amolda jamás puede florecer en la bondad. Tiene que haber libertad, y la libertad adviene sólo cuando uno comprende todo el problema de la envidia, la codicia, la ambición y el deseo de poder. La libertad con respecto a todo eso permite que florezca la cosa extraordinaria que llamamos carácter. Un hombre así tiene compasión, sabe lo que es amar, no aquel que repite meramente un montón de palabras acerca de la moralidad. El florecimiento de la bondad no se encuentra, pues, dentro de la sociedad, porque la sociedad en sí misma está siempre corrupta. Sólo el hombre que comprende toda la estructura y el proceso de la sociedad y se libera de ella tiene carácter, y sólo él puede florecer en bondad.
Jiddu Krishnamurti . El Libro de la Vida .