La fuerza no equilibrada de cada Sephirah, pues, que pudo desarrollarse sin control durante las

fases temporarias de desequilibrio que surgieron periódicamente en el curso de la evolución, forma el núcleo en torno al cual fueron organizadas todas las formas de pensamiento malhechoras de la conciencia de los seres sensitivos, o por la operación de fuerzas ciegas que se hallaban no equilibradas, dirigiéndose cada tipo de desarmonía al lugar que le es propio. Se dedúce que aquello que primitivamente era un simple excedente de fuerza pura y buena en su naturaleza intrínseca, a falta de compensación puede convertirse, en el curso de los siglos, en un centro altamente desarrollado y organizado del mal positivo y dinánico. Un nuevo ejemplo hará esto más claro. Un excedente de la energía necesaria a Marte (Gueburah), que destruye la inercia y hace desaparecer lo que es excretorio y usado, necesariamente debería producirse en el período anterior a una emanación de Tiphareth Fuerza Redentora. Tan pronto como fuese emanada, el Redentor vendría a compensar la severidad de Gueburah diciendo, como Nuestro Señor: ”Os doy mi nueva ley: ya no diré más ojo por ojo, diente por diente...”. Este rigor unilateral de Gueburah nos valió el Dios celoso del Antiguo Testamento y todas las persecuciones religiosas a que dió lugar Su Nombre cruel salvaje. He aquí el Qliphah de Gueburah. Toda naturaleza opresora y cruel está sintonizada con él. A su esfera va todo el excedente de fuerzas que emana, el cual es absorbido por una fuerza contraria del universo, toda venganza insatisfecha, toda sed de crueldad que tampoco fué satisfecha. Y estas fuerzas cada vez que hallan una ocasión de expresarse, la toman. De modo que el hombre que se deje arrastrar por la crueldad, como consecuencia de una naturaleza no desarrollada o disforme, bien pronto descubre que no solamente satisface sus instintos, sino que un gran poder venido del espacio corre a través de su ser como impulsándolo a cometer un crimen tras otro, hasta que abandona toda prudencia y control, y se destruye a sí mismo por algún exceso más imprudente que los anteriores. Y cada vez que nos convertimos en el canal de una fuerza pura, es decir, de una fuerza simple, no arruinada por motivos ulteriores y consideraciones secundarias, encontramos tras de nosotros que un gran río, venido del Sephirah correspondiente, nos elige como medio de expresión. Es esto lo que al devoto, aunque sea limitado, da su poder, que parece anormal.

Dion Fortune . La Cabala Mistica .

Índice