«No os detengáis ante los obstáculos que los infieles que viven en vuestro seno quieran
oponer a vuestra obra. Decidles: por más que rechacéis mi pala- bra, aturdiré con ella vuestros oídos y os perseguiré hasta que se cumplan las órdenes de mi patrón y rindáis homenaje a su gloria. ¿Soy yo el que tiene que medir y juzgar los caminos del Señor? He aceptado con toda la humildad de mi alma el nombre de su profeta y de su enviado y, lleno del deseo de hacer honrar su nombre y su poder, no quiero que tenga que reprocharme que no se lo he advertido a los que se extravían. En vosotros, que vivís conmigo y que estáis más cerca de nuestros semejantes, debo manifestar su imperio y anun- ciar su nombre. Sobre vosotros tengo que hacer que caigan todas las plagas de Egipto, hasta que hayáis concedido la libertad al pueblo elegido».
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .