Existe gran interés sobre el tema de la iniciación y se ha destacado mucho, quizá
demasiado, su aspecto ceremonial. Conviene recordar que cada gran desenvolvimiento de la conciencia es una iniciación, y cada paso adelante en el camino de la percepción es también una iniciación. Cuando el átomo de sustancia entró a constituir parte de una forma, fue una iniciación para el átomo, conoció otro tipo de fuerza y se extendió su campo de contacto. Cuando la conciencia de los reinos vegetal y animal se fusionó y pasó del reino in¬ferior al superior, constituyó una iniciación; cuando la conciencia del animal se expandió hacia la conciencia del hom¬bre, tuvo lugar una iniciación aún mayor. Se entra en los cuatro reinos a través de una iniciación o expansión de conciencia. La familia humana tiene ante sí un quinto reino o espiritual, en el cual se ingresa mediante cierta iniciación, según se infiere de la lectura de El Nuevo Testamento. En todos estos casos la iniciación se logró con la ayuda de Quie¬nes tienen conocimiento. De manera que en el esquema evo¬lutivo no hay grandes separaciones entre un reino y otro, un estado de percepción y otro, sino un desarrollo gradual de conciencia, donde cada uno de nosotros desempeñamos y desempeñaremos nuestra parte. Si recordamos la universali¬dad de la iniciación, obtendremos un proporcionado punto de vista. Cada vez que somos más conscientes de nuestro medio ambiente y aumenta nuestro contenido mental, es una iniciación en pequeña escala. Cada vez que nuestro horizon¬te se dilata y pensamos y vemos con más amplitud, es una iniciación. En esto reside el valor de la vida y la magnitud de nuestra oportunidad.
Alice A. Bailey . La Conciencia del Átomo .