Estas vibraciones poseen en sumo grado la facultad de adaptación. Si el cuerpo mental que
encuentran responde con bien a todas sus características, éstas se reproducen exactamente. En el caso contrario pueden producir también efectos muy pronunciados, pero simplemente análogos. Supongamos, por ejemplo, un católico que se arrodilla con piedad ante una imagen de la Virgen: emite a su alrededor en todas direcciones fuertes vibraciones de devoción que afectan la mente o el cuerpo astral de otro católico, despertando en él pensamientos y sentimientos idénticos. Si estas vibraciones alcanzan a algún cristiano de otra secta al que la imagen de la Virgen no le es familiar, despertarán en él el mismo sentimiento de fervor, pero siguiendo el sendero habitual en este hombre, su fervor se dirigirá hacia el Cristo. Igualmente, si estas vibraciones afectan a un mahometano, suscitarán su piedad por Alá; en un indo, el objeto de adoración podrá ser Krishna; y para un parsi, Ahuramazda. En una palabra: allí donde la adoración encuentre una posibilidad de respuesta, despertará. Si se encuentra en el cuerpo de un materialista al que la idea de devoción le es desconocida, producirá igualmente en él un pensamiento elevado.
C. W. Leadbeater . El Pensamiento su Poder Y Su Empleo .