Los alquimistas conocían por completo la universal potencia disolvente del agua, y en las obras
de Paracelso, Van Helmont, Filaleteo, Pantatem, Taquenio y Boyle, se establece explícitamente la propiedad por excelencia del alkahest, ésta es, la de “disolver y transmutar todos los cuerpos sublunares excepto el agua”. No cabe suponer, por lo tanto, que hombre de tan irreprensible conducta y de tan vasto saber como Van Helmont, asegurara formalmente poseer el secreto si únicamente hubiese sido mera presunción de poseerlo (45).
H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .