Siendo así la ley del sacrificio la evolución de la vida en el universo, vemos

que cada peldaño de la escala se franquea por el sacrificio. Así la vida se efunde para renacer en una forma más elevada, mientras muere la forma que la contiene. Aquellos cuya mirada se detiene en las formas perecederas no ven en la naturaleza sino un gran osario; pero quienes ven que el alma inmortal escapa para animar formas nuevas y más elevadas, escuchan en todo instante el gozoso himno de la renaciente vida. En el reino mineral, la Mónada evoluciona por la ruptura de sus formas para la producción y mantenimiento de las plantas. Los minerales se disgregan a fin de que sus materiales puedan reconstruir las formas vegetales. La planta sacas del suelo sus elementos nutritivos, disociándolos y asimilándolos a sus propias substancias. Así las formas minerales perecen a fin de que los vegetales crezcan; y esta ley de sacrificio esculpida en el reino mineral, es la ley de la evolución de toda vida y toda forma. La vida pasa y la Mónada evoluciona para producir el reino vegetal, siendo el perecimiento de las formas inferiores condición indispensable para la aparición y mantenimiento de las superiores.

Annie Besant . La sabiduría antigua .

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