La obra de Paracelso tuvo mucho influjo en Europa. Todo vive en el Universo; por

ello, el movimiento de los astros o la formación de filones y menas metálicos no es otra cosa que actividad vital. Ciencia, medicina y religión se aúnan en el alma de Paracelso. Entre la muerte de Paracelso y el auge de las ideas de van Helmont, se produce en Europa la emergencia de la scienza nova, los novatores. En ellos perviven -como en Kircher - los elementos del panvitalismo de Paracelso, la experiencia simpática del cosmos y la observación y la experimentación. Para van Helmont, todo es vida en la actividad del Universo, comenzando por la de su conjunto. Pero en ella hay tres órdenes o niveles: la vita minima (el movimiento natural de los cuerpos que solemos llamar inanimados), la llamada vita media (la operación de cada uno de los órganos de un ser viviente) y la vita ultima (la del ser viviente en su conjunto). Así concebida la constitución de la realidad natural, hay que distinguir en ella dos principios, uno "material", initium ex quo, y otro "seminal" o initium per quod. El "material" tiene su raíz primera en el elemento agua. De éste se forman todas las materias terrestres. Los varios modos de materia pueden transformarse, cuando se calientan, en vapor y por una suerte de sublimación, en gas (gas aquae, gas sylvestre, gas vitale...). A van Helmont se debe la invención del término "gas", probablemente derivado del chaos de Paracelso. Por otra parte, para el organicismo vitalista de van Helmont, la materia de la naturaleza creada o initium ex quo no alcanzarán plena realidad sin el concurso de las fuerzas configuradoras o "seminales" que constituyen el initium per quod y determinan el proceso vital del universo y sus partes. De estos habla el mismo Kircher en Mundus Subterraneus (libro II, capítulo XVIII).

Athanasius Kircher . El Geocosmos .

Índice