En el santuario de nuestra alma, el "Maestro" es el "Yo superior", el divino Espíritu

cuya conciencia deriva y se funda en la Mente (por lo menos durante la vida mental del hombre), a la que llamamos alma humana o alma personal (pues el alma espiritual es vehículo del Espíritu) . A su vez el alma personal está constituida en su aspecto superior por aspiraciones espirituales, voliciones y amor divino; en su aspecto inferior, por deseos animales y pasiones terrenas, comunicadas por su contacto con el cuerpo astral que es el asiento de todas ellas. Por lo tanto, el alma personal es el enlace o eslabón entre la naturaleza animal del hombre, que la razón procura dominar, y la naturaleza espiritual hacia la que aquella propende cuando logra ventaja en su lucha con la naturaleza animal. Esta última es la instintiva alma animal, madriguera de las pasiones que el imprudente entusiasmo arrulla en su pecho en vez de matar. ¿cómo esperar que la cenagosa corriente de la cloaca animal se convierta en el cristalino manantial de las aguas de la vida ? ¿A qué terreno neutral pueden relegarse las pasiones, sin que afecten al hombre? Las violentas pasiones de amor y lujuria se mantienen vivas en su cuna, es decir: en el alma animal porque tanto el aspecto superior como el inferior de la mente o alma humana rechazan a semejantes huéspedes, aunque no puedan evitar el rozarse con ellos como vecinos. El Yo superior o Espíritu es tan impermeable a los malos sentimientos como incapaz el agua de mezclarse con el aceite o cualquier otro líquido impuro y grasiento. El único lazo con el hombre y el Yo superior es la Mente, la única que puede contaminarse y está en incesante riesgo de que las ;adormecidas pasiones despierten en cualquier momento y la arrastren al abismo de la materialidad. ¿Cómo puede concertarse con la divina armonía del Yo superior, si esta armonía está quebrantada por la presencia de las pasiones animales en el santuario? ¿Cómo es posible que la armonía prevalezca y triunfe, cuando la mente está contaminada y turbada por el torbellino de las pasiones y los terrenales deseos de los sentidos corporales y del hombre astral? Porque el cuerpo astral no es compañero del Yo superior, sino del cuerpo terreno. Es el lazo entre el manas inferior y el cuerpo físico; el vehículo de la vida transitoria, no de la inmortal. Como sombra proyectada por el hombre, sigue servil y mecánicamente sus movimientos e impulsos, propendiendo, p)r la tanto, a la materia, sin ascender jamás hacia el Espíritu. La unión con el Yo superior sólo puede cumplirse cuando anulada la fuerza de las pasiones, quedan trituradas y aniquiladas en la retorta de una inflexible voluntad; cuando no sólo han muerto las concupiscencias y ansias de la carne, sino que, muerta asimismo la personalidad, se invalida el cuerpo astral, que refleja al hombre triunfante y no a la codiciosa y egoísta personalidad. Entonces el brillante Augoeides, el divino Yo, vibra en consciente armonía con los dos polos de la entidad humana: El hombre de purificada materia y la siempre pura alma espiritual. El hombre permanece en presencia y para siempre se une íntimamente con el Yo superior, con el Maestro, el Cristo de los gnósticos.

H.P. Blavatsky . Ocultismo Practico .

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