Entonces ya no sé en qué lugar están la casa de mi espíritu y mi

crisol. Y cuando sucede este estado, el silencio desciende a ti y te sobrecoge, y no sabes si estás mirando hacia adentro o hacia afuera; no sabes quién es el que mira y quién es el mirado. Entonces ya no sé en qué lugar están la casa de mi espíritu y mi crisol. Entonces no puedes decir quién eres. Eres; de hecho eres por primera vez, pero ¿qué? No vendrá ninguna respuesta. Cuando el emperador Wu le preguntó a Bodhidharma, en China... porque Bodhidharma había enojado mucho al emperador... Bodhidharma era un hombre escandaloso, llamaba al pan pan y al vino vino y nada más. El emperador había preguntado: «He hecho muchas acciones virtuosas. ¿Cuál será mi recompensa en el cielo?» Bodhidharma miró con mucho desdén al emperador y dijo: «¿Recompensa? ¡Caerás al infierno! ¿De qué cielo estás hablando?» El emperador dijo: «¿Caeré al infierno por mis actos virtuosos? Y he construido tantos templos y miles de estatuas de Buda, y mantengo a miles de monjes budistas, mantengo monasterios con el erario, y hago mucho servicio al dhamma de Buda, a su mensaje. Todo el país se está volviendo budista. La gente está meditando, venerando; se están traduciendo las escrituras, miles de eruditos están trabajando en las traducciones, ¿y piensas que no habrá ninguna recompensa? ¿No son santos mis actos?» Y Bodhidharma dijo: «¿Santos? No hay nada santo en el mundo. No hay nada santo, nada que no sea santo. Pero, ten cuidado», dijo, «desecha esta idea de ser un hombre virtuoso, desecha esta idea de hacer grandes cosas, de lo contrario caerás al séptimo infierno». Naturalmente, el emperador estaba enojado, irritado... Debió de ser un hombre muy culto y pulido, de otra forma se habría puesto violento con Bodhidharma. Pero ni siquiera él pudo resistir la tentación; enojado, enfadado, preguntó: «¿Entonces, quién eres tú, que te presentas ante mí? ¿Nada santo, nada que no sea santo, ninguna virtud? ¿Quién eres tú, que te presentas ante mí?» Bodhidharma se rió y dijo: «No lo sé, señor.» Pero el emperador no lo pudo entender. Tú tampoco lo habrías comprendido. Generalmente, la gente piensa que un hombre que ha llegado sabe quién es —le llamamos un hombre con conocimiento de sí mismo—, y Bodhidharma dice: «No lo sé.» Ésta es la cima más alta de conocimiento de uno mismo, éste es el verdadero conocimiento de uno mismo. Uno ha desaparecido: ¿quién queda para saber? Saber significa el conocedor y lo conocido; ya no hay dualidad: ¿quién queda para saber? Solo hay silencio, un silencio tremendo, sin división, indivisibilidad: ¿cómo podía decir Bodhidharma: «Sé»? Si hubiera dicho: «Sí, sé que soy un alma eterna», eso habría sido muy corriente. Quizá Wu habría quedado más convencido, pero Bodhidharma se habría desacreditado. Era auténtico. Dijo: «No sé.» ¿Quién sigue a un hombre que dice: «No sé quién soy»? Wu abandonó la idea de seguir a este hombre. Y cuando el emperador Wu no pudo comprender a Bodhidharma, Bodhidharma dijo: «Si ni siquiera el emperador puede comprenderme, entonces ¿qué decir de los demás?» De manera que se fue a las montañas y se sentó durante nueve años ante un muro. Cuando venía gente y le preguntaba: «¿Por qué estás mirando un muro?», él decía: «Porque si miro a la gente, también parecen muros. Es mejor mirar el muro. Solo miraré a una persona cuando vea que no es un muro, que puede responder, que puede comprender.» Su declaración «No sé» tiene una belleza, una grandeza inmensas.

Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .

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