SOMA. – Bebida sagrada de la India, análoga en virtud y significado al néctar o

ambrosía de los griegos. En el acto de la iniciación de los misterios eleusinos, el mista apuraba una copa de kikeón con intento de alcanzar fácilmente el bradhna o región del esplendor (mundo celeste). El soma que han gustado los orientalistas europeos no es el auténtico, que sólo pueden beber los sacerdotes iniciados, sino un brebaje sucedáneo que consumen los no iniciados y los mismos rajás cuando sacrifican en aras de los dioses. Confiesa Hang, en su Aitareya Brahmana, que la bebida cuyo sabor le fue tan ingrato no era el Soma, sino el zumo de las raíces de un arbusto llamado nyagradha, que medra en las colinas de Poona. Sabemos con toda seguridad que la mayoría de los sacerdotes del Dekkan han olvidado la receta del verdadero soma, cuya confección no señalan los libros ritualísticos ni es posible adquirir por informe oral. Quedan ya muy pocos induístas ortodoxos de la primitiva religión védica que se consideren descendientes de los Rishis, legítimos agnihôtris o iniciados en los misterios mayores. En el Panteón indio se llama a esta bebida el Rey-Soma, porque quien la bebe se identifica con el Rey celestial, de la propia suerte que los apóstoles cristianos estaban llenos del Espíritu Santo por cuya virtud perdonaban los pecados. El Soma regenera al iniciado y le transforma en otro hombre, como si naciera de nuevo; sobrepone la naturaleza espiritual a la física; infunde el divino poder de la inspiración y actualiza en grado máximo la clarividencia. Según la explicación exotérica, es el Soma a un tiempo planta y ángel, pues une íntimamente el angélico Yo del hombre con su alma irracional o cuerpo astral, por virtud de la mágica bebida, y así unidos prevalecen contra la naturaleza física y beatíficamente participan, aun en vida, de la inefable gloria de los cielos. Por lo tanto, bajo todos aspectos tiene el Soma indio la misma significación mística que la Eucaristía de los cristianos. La palabra sagrada de los mantras pronunciados en el acto del sacrificio, convierte el licor contenido en la copa, en el verdadero Soma angélico, esto es, en el mismo Brahmâ. Muchos misioneros se han indignado al presenciar esta ceremonia, porque, por regla general, emplean los brahmanes en el sacrificio un licor espirituoso en substitución del verdadero Soma, sin advertir que también los cristianos creen en la transubstanciación del vino, más o menos espirituoso, en la sangre de Cristo. ¿No es idéntico el símbolo? Sin embargo, dicen los misioneros que Satanás etá oculto en la copa del sacrificio induísta y se regocija cuando el sacerdote bebe el Soma (48).

H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .

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