Estos planos son invisibles, excepto Olam ha Asiyah, el de la Concreción o Manifestación material,
que es el de la percepción de los sentidos. Son otros Mundos que están en éste, o son otras lecturas de este mismo mundo, las que pueden ser, evidentemente, completamente invertidas, como nos muestra la simbólica de la unidad aritmética con respecto a la Unidad metafísica, y esos mundos pueden ser indefinidos, pero estos arquetipos o modelos divinos se incorporan, se manifiestan en símbolos, que constituyen la expresión sensible e inteligible de esas realidades. En cada plano hay asimismo un Arbol, y en cada sefirah, pues el Todo está en la parte, no pudiendo haber, de otra manera, la posibilidad de la analogía; como en cualquier cifra, sin importar sus dígitos, el 1 está presente (pues esta es la suma de él con todos los restantes que la totalizan), así está en las cosas, más o menos oculto, más o menos recubierto por los velos de la forma o la substancia, sutil o grosera, el Principio que es su origen. Estos ropajes dejan de ser tales cuando se constituyen en símbolos, en cuyo caso son objetos y aun sujetos del Arte, pues lo conforman, en cuanto que lo manifiestan, comunicando la energía y el "espacio", si así pudiera decirse, de lo divino, lo que incluye asimismo, desde otro punto de vista, lo verdaderamente humano. El plano o Mundo de las Formaciones, Olam Ha Yetsirah, está constituido especialmente por las sefiroth Netsah (Nº 7), Victoria, Hod (Nº 8), Gloria, y Yesod (Nº 9), Fundamento, o Fundación. La primera es la energía positiva de la Gracia que desborda la insuficiencia de lo que sin ella sería puro vacío y muerte, nadidad e insignificancia, y la segunda la restringe al producir el equilibrio entre los elementos de la Creación, que han de manifestar también en su conjunto el orden y la armonía que constituyen la manifestación como imagen y expresión de la Unidad, "Los Cielos y la Tierra narran la Gloria de Dios", dice el texto sagrado. Estas dos sefiroth, sintetizadas en Yesod –el acto creador constante y virgen que da la vida, alma y espíritu permanentemente a todas las cosas– hacen descender las energías espirituales de todo el Arbol, a la inmanencia divina, Malkhuth, la sefirah que constituye el plano de Asiyah, en la cual están contenidas las anteriores, la "Reina" o "esposa del Rey" (Kether, constituyendo Beriyah y Yetsirah el "Reino") lo que se manifiesta como inmanencia divina en el seno de la Creación, en el que todos los seres manifestados son una realidad sagrada y significativa, como un lenguaje arquetípico que conforma el Libro de la Vida, en el que el ser humano está incluido como agente consciente capaz de tomar conciencia de esas realidades y de unir la horizontalidad y la verticalidad en sí mismo, al ser un símbolo que depende del Polo celeste por su naturaleza axial.
Jose Manuel Rio . ACERCAMIENTO A LA CABALA: Sobre el Arbol de la Vida Sefirótico .