Usted habla de la verdad, de la bondad y de la integración, lo cual implica

que del otro lado hay falsedad, maldad y desintegración. ¿Cómo, entonces, puede uno ser veraz, bueno e integrado sin que haya disciplina? En otras palabras, siendo envidioso, ¿cómo puede uno estar libre de la envidia sin que haya disciplina? Pienso que es muy importante comprender la pregunta misma; porque la respuesta se encuentra en la pregunta, no aparte de ella. ¿Sabe usted qué implica la envidia? Usted es muy bien parecido, viste con elegancia, o lleva un turbante o un sari hermoso, y yo también quiero vestirme así; pero no puedo hacerlo, y entonces siento envidia porque deseo tener lo que tiene usted quiero ser diferente de lo que soy. Soy envidioso porque quiero ser tan bien parecido como usted; deseo poseer las ropas finas, la casa elegante, la alta posición que usted tiene. Estando insatisfecho con lo que soy, quiero ser como usted; pero si yo comprendiera mi insatisfacción y su causa, entonces no desearía ser como usted ni anhelaría las cosas que usted posee. En otras palabras, una vez que comience a comprender lo que soy, jamás me compararé con otro ni envidiaré a nadie. La envidia surge porque deseo cambiar lo que soy y llegar a ser igual que alguna otra persona. Pero si digo: “Cualquier cosa que yo sea, eso es lo que quiero comprender”, entonces la envidia ha desaparecido; entonces no necesito de la disciplina, y gracias a la comprensión de lo que soy llega la integración. Nuestra educación, el medio que nos rodea, toda nuestra cultura, insisten en que debemos “llegar a ser” esto o aquello. Nuestras filosofías, nuestras religiones y libros sagrados, todos dicen la misma cosa. Pero ahora veo que el proceso mismo de “llegar a ser” algo, implica envidia, lo cual quiere decir que no estoy satisfecho de ser lo que soy. Y yo quiero comprender lo que soy, quiero descubrir por qué estoy siempre comparándome con otro, tratando de llegar a ser alguna cosa; y para comprender lo que soy, no necesito de la disciplina. La integración nace en el proceso de esa comprensión. La contradicción que hay en mí cede ante la comprensión de mí mismo, y esto, a su vez, genera una acción integral, completa.

Jiddu Krishnamurti . El Proposito de la Educacion .

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