¿Qué es, entonces, la belleza? ¿Es amor la belleza? ¿Es placer? ¿Es la belleza algo

que nos da ánimo, que nos proporciona una sensación? Cuando vemos esas colinas allá detrás, y el cielo azul, y el perfil de aquellas montañas contra el cielo, y vemos las sombras y el pasto quemado por el sol y los árboles umbríos, o contemplamos los altos picos con sus nieves eternas en un cielo que jamás ha sido contaminado, cuando vemos estas cosas, cuando las miramos sin verbalizarlas inmediatamente, ¿qué es lo que ocurre? ¿Acaso la majestuosidad de esa montaña con su enorme solidez no aleja, durante ese segundo en que la estamos viendo, toda nuestra pequeñez, todas nuestras preocupaciones y problemas y todo el afán de la vida? Durante ese segundo nos hemos vuelto totalmente silenciosos. Es como un niño pequeño que ha estado corriendo por ahí todo el día, gritando y siendo algo desobediente. ¿Qué sucede con esa desobediencia cuando le damos al niño un hermoso y complicado juguete? Toda su energía se concentra en ese juguete y deja de desobedecer. El juguete lo absorbe y se convierte para él en algo de suma importancia. El niño lo ama y se afierra a él (ustedes habrán visto esos gastados ositos de felpa). Y así la montaña nos absorbe por un segundo y nos olvidamos de nosotros mismos. Si contemplamos una maravillosa estatua no sólo una de las estatuas griegas, sino las antiguas estatuas egipcias con su extraordinario sentido de la tierra, con su notable riqueza, estabilidad y dignidad-, por un momento, esa dignidad e inmensidad alejan nuestra insignificancia. De manera similar al niño, nosotros los adultos somos absorbidos por juguetes, que pueden ser nuestros negocios, nuestra trapacería en la política, etcétera. Estas cosas nos absorben y, si nos las quitan, nos deprimimos y tratamos de librarnos de esa depresión escapándonos de lo que somos. Por lo tanto, ¿no es la belleza algo que tiene lugar cuando el “yo” está ausente? El “yo” con todos sus problemas, con su inseguridad y ansiedad, ya sea que a uno lo amen o no lo amen. Cuando el “yo”, con todas estas complejidades psicológicas, está ausente, entonces ese estado es belleza. Cuando “yo” no estoy, hay belleza, que no es placer ni sensación.

Jiddu Krishnamurti . Encuentro Con la Vida .

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