Hemos dicho ya, por lo demás, que las dos doctrinas tienen una raíz común, que
es la Tradición anterior; Kong-tseu, no más que Lao-tseu, jamás ha tenido la intención de exponer concepciones que no hubieran sido sino las suyas propias, y que, por eso mismo, estarían desprovistas de toda autoridad y de todo alcance real. «Soy, decía Kong-tseu, un hombre que ama a los antiguos y que pone todos sus esfuerzos para adquirir sus conocimientos» ; y esta actitud, que es la opuesta del individualismo de los occidentales modernos y de sus pretensiones a la «originalidad» a cualquier precio, es la única que es compatible con la constitución de una civilización Tradicional. El término de «readaptación», que empleábamos precedentemente, es pues, en efecto, el que conviene aquí; y las instituciones sociales que resultaron de la misma están dotadas de una destacable estabilidad, puesto que han durado desde hace veinticinco siglos y han sobrevivido a todos los periodos de perturbación que la China ha atravesado hasta aquí. No queremos extendernos sobre estas instituciones, que, por lo demás, son bastante conocidas en sus grandes líneas; recordaremos solamente que su rasgo esencial es tomar por base la familia, y extenderse de ahí a la raza, que es el conjunto de las familias vinculadas a un mismo tronco original; uno de los caracteres propios de la civilización china es, en efecto, el de fundarse sobre la idea de la raza y de la solidaridad que une a sus miembros entre ellos, mientras que las demás civilizaciones, que comprenden generalmente hombres pertenecientes a razas diversas o mal definidas, reposan sobre principios de unidad completamente diferentes de ese.
Ariza Francisco . Apercepciones sobre el esoterismo islámico y el Taoísmo .