Felicítate, por tanto, hombre nuevo, porque el reparador ha querido cumplir en ti la promesa
que hizo a Abraham, de no abandonar nunca a su pueblo; pero llora por el hombre viejo y por todos los que ha subyugado y dile: «¡Si hubieses reconocido, al menos, en este día que se te ha dado, lo que podía darte la paz! pero todo esto está oculto a tus ojos, pues llegará un tiempo desdichado para ti en el que tus enemigos te rodearán de zanjas, te encerrarán y te oprimirán por todas partes, te derribarán, y te desgarrarán por completo a ti, a tus hijos que están dentro de tus muros, y no dejarán piedra sobre piedra, porque no has conocido el tiempo en que Dios te ha visitado».
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .