La solitud es una cosa y estar solo es otra. La solitud puede ser aislamiento,

un escape, una cosa no deseada; pero estar solo, sin las cargas de la vida, con esa libertad total en la que el tiempo/pensamiento jamás ha existido, es ser uno con el universo. Cuando se es un solitario hay una soledad desesperada, una sensación de estar abandonado, perdido, anhelando fervientemente alguna clase de relación, como un barco perdido en el mar. Toda nuestra actividad diaria conduce a este aislamiento con sus interminables conflictos y desdichas, intercalados con algunos raros momentos de felicidad. Este aislamiento es corrupción, que se manifiesta en la política, en los negocios y, por supuesto, en las religiones organizadas. La corrupción existe en los niveles muy altos y en los peldaños más bajos. Estar atado a algo o a alguien es corrupción. También conduce a ella cualquier forma de apego, ya sea que se trate de una creencia, una fe, un ideal, una experiencia o alguna conclusión. La corrupción psicológica es el factor común en lo humano. El dinero, la posición, el poder, son las respuestas superficiales de la corrupción interna, que implica el creciente deseo de placer, la imagen que el pensamiento construye en torno del movimiento del deseo. La corrupción es fragmentación.

Jiddu Krishnamurti . Encuentro Con la Vida .

Índice