También los jesuitas alemanes acogieron a Kepler, aunque era protestante. Además, el sistema de Tycho

Brahe fue aceptado por los jesuitas en su enseñanza para orillar así las condenas que pesaban sobre el copernicanismo de Galileo y poder superar el estrecho sistema aristotélico-tolemaico del mundo. Por otra parte, en la formación científica, humanística, teológica y espiritual de Kircher influyó notablemente el sustrato intelectual de la Ratio Studiorum de la Compañía de Jesús [DUMINICO, 2000]. Esta insistía en el estudio de las lenguas clásicas y de las disciplinas que hoy llamaríamos "científicas" (lo que en aquel tiempo eran las matemáticas (con Geometría y la Astronomía) y la Física (con Filosofía Natural, lo que hoy llamaríamos "ciencias de la naturaleza"). Estas últimas se desgajaban del tronco de la antigua Cosmología escolástica para acercarse más a los textos de los clásicos redescubiertos (Arquímedes, Euclides...) enlazando de este modo con la tradición "renovadora" del Renacimiento, así como con la incipiente experimentación y observación que culmina en el Novum Organum de Francis Bacon (publicado en 1620). Como observa agudamente el profesor Eduardo Sierra [SIERRA, 1981:8], refiriéndose al siglo XVII: "los jesuitas cayeron en el inocente prurito de contradecir constantemente opiniones secundarias de las grandes autoridades de la antigüedad y de las escolástica en base a la experimentación y al principio irrefutable de que contra facta non valent argumenta, permitiéndose así el prestigio de brillantes correcciones y numerosos alfilerazos a las tradiciones escolásticas de las órdenes rivales, lo que dicho sea de paso contribuyó no poco a su impopularidad entre el resto del clero, tanto regular como secular". En la cosmovisión teológica de Kircher dominan los elementos tradicionales, tanto los aristotélicos como los neoplatónicos. Será necesario indagar un poco más en este camino.

Athanasius Kircher . El Geocosmos .

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