Kjokmah y Binah representan, pues, la virilidad y la femineidad esenciales, en sus aspectos creadores.

No son imágenes fálicas, aunque en ellos están las raíces de toda fuerza vital. Nunca comprenderemos los aspectos más profundos del esoterismo, a menos que comprendamos lo que realmente significa el falicismo. No tiene nada que ver con las orgías de los templos de Afrodita, que fueron la desgracia y la causa de la decadencia de las creencias paganas antiguas. Significa que todo se apoya sobre el principio de la estimulación de la potencialidad inerte por el principio dinámico que deriva directamente su energía de la fuente de toda fuerza. En este concepto se hallan ocultas las claves de inmensos conocimientos, y uno de los puntos más importantes de los Misterios. Es evidente que el sexo representa uno de los aspectos de esta ley, y es igualmente evidente que existen muchísimas otras aplicaciones que no son sexuales. No debemos de ninguna manera permitir que nuestros prejuicios acerca de lo que constituye el sexo o nuestros convencionalismos acerca de este tema grandioso y vital, nos amedrenten o nos hagan retorceder ante este gran principio de la estimulación o fecundación de lo inerte, pero potencialmente omnipotente, por el principio activo y dinámico. Quien se encontrare inhibido por sus prejuicios para estudiar la Verdad, no está en condiciones para afrontar los Misterios sobre cuyos portales están escritas las palabras "Conócete a tí mismo". Ese conocimiento no lleva a la impureza, porque ésta implica la falta de control que permite a las fuerzas rebosar los límites que la misma Naturaleza les ha impuesto. El que carece del control indispensable sobre sus propios instintos y pasiones, está tan lejos de los Misterios como el que se halla inhibido por los prejuicios y convencionalismos. Sin embargo, es necesario comprender claramente que los Misterios no enseñan el ascetismo ni el celibato como condiciones indispensables para la realización, porque no consideran que el espíritu y la materia sean términos antinómicos e irreconciliables, sino, más bien, diferentes niveles de la misma cosa. La pureza no consiste en la castración, sino en saber mantener las distintas fuerzas en sus propios niveles sin permitir que las unas invadan la esfera de las otras. Enseña que la frigidez y la impotencia constituyen defectos tan serios como cualquier otro, debiendo ser considerados como patologías sexuales, de la misma manera que la lujuria, la que destruye su objeto y degrada.

Dion Fortune . La Cabala Mistica .

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