Continuemos estudiando la primera etapa de la evolución de la conciencia. La sensación era dueña

absoluta de la mente; los primeros esfuerzos mentales estaban estimulados por el deseo. Y así lentamente llevado, hizo el hombre sus primeros y toscos ensayos de previsión y de planes para lo futuro. Empezó a reconocer la asociación de ciertas imágenes mentales, y a la aparición de una espera la de otra, que invariablemente le había seguido en su paso. Comenzó, pues, a hacer deducciones y aun a determinarse a obrar bajo la fe de estas deducciones: gran adelanto fue éste. También comenzó a dudar, en ocasiones, si seguiría las vehementes sugestiones del deseo, visto que una y otra vez se asociaban en su pensamiento las satisfacciones por aquél exigidas, con sufrimientos sucesivos. Este efecto fue vivificado por la imposición verbal de ciertas leyes: fuere prohibido darse determinadas satisfacciones, advirtiéndosele que el sufrimiento seguiría a la desobediencia. Así, pues, cuando después de alcanzado el objeto que provocara su deleite, experimentaba el dolor que al placer seguía, el cumplimiento de la prevención que se le había hecho impresionaba su alma mucho más que lo hubiera verificado el mismo suceso no predicho e inesperado, y por lo tanto para él fortuito. De este modo surgían continuos conflictos entre la memoria y el deseo, que hacían más activa la mente, impulsándola a funcionar con más viveza. Estos conflictos determinaban, en realidad, la transición a la segunda gran etapa del progreso. Entonces empezó a manifestarse el germen de la voluntad. El deseo y la voluntad guían las acciones de los hombres, y aun se ha definido la voluntad como el deseo de que triunfen en la lucha de deseos. Más éste es un concepto superficial e imperfecto, que nada explica. El deseo es la energía del Pensador, provocada por el incentivo de los objetos externos, mientras que la voluntad es la mima energía determinada por las deducciones que la razón saca de las experiencias pasadas, o por la intuición directa del Pensador. En otros términos: el deseo actúa de fuera d dentro, la voluntad de dentro a fuera.

Annie Besant . La sabiduría antigua .

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