Una de las cosas más difíciles es comunicarse. Debe haber comunicación verbal, eso es obvio,
pero creo que existe un plano más profundo de comunicación, en el cual no hay únicamente comunicación verbal, sino comunión, donde ambos nos encontramos en el mismo nivel, con la misma intensidad, con la misma pasión. Es sólo entonces cuando hay comunión, que es algo mucho más importante que la mera comunicación verbal. Y como estamos hablando de algo más bien complejo, que toca muy profundamente nuestra vida cotidiana, tiene que haber no sólo comunicación verbal, sino también comunión. Lo que nos interesa es una revolución psicológica radical; no en un futuro distante, sino realmente hoy, ahora nos interesa descubrir si la mente humana, que ha estado tan condicionada, puede cambiar inmediatamente, de manera que sus acciones sean una unidad continua, no fraccionada y, por lo tanto, no socavada por sus arrepentimientos, desesperanzas, temores, ansiedades, su sentimiento de culpa, etcétera. ¿Cómo puede la mente despojarse de todo eso y ser completamente fresca, joven, inocente? Ese es realmente el problema. No creo que una revolución tan radical sea posible mientras exista división entre el “observador” y lo observado, entre el “experimentador” y lo experimentado. Esta división es la que engendra el conflicto. Toda división tiene que traer conflicto, y es obvio que mediante el conflicto, mediante la lucha, la contienda, no puede haber cambio en el sentido psicológico profundo, aun cuando pueda haber cambios superficiales. Así pues, ¿cómo se enfrentarán la mente, el corazón y el cerebro, nuestra condición total, a este problema de la división?.
Jiddu Krishnamurti . El vuelo del águila .