En su ya citada obra dice Proctor: “Todo cuanto existe, así en la superficie como

en el itnerior de la tierra, las formas vegetales y animales y nuestro organismo corporal, están constituidos por materia atraída de las profundidades del espacio que por todas partes nos rodea”. Los herméticos y rosacruces sostuvieron que todas las cosas, así visibles como invisibles, dimanaban de la lucha entre la luz y las tinieblas y que toda partícula material entraña una chispa luminosa (espíritu) cuya propensión a volver a su divino origen, librándose del obstáculo impediente, determina el movimiento de los átomos que a su vez engendra las formas. Sobre el particular dice Hargrave Jennings con referencia a Roberto Fludd: “Todos los minerales tienen en esta centella de vida la potencialidad rudimentaria de las plantas y otros organismos de más en más perfeccionados. Asimismo, todas las plantas tienen rudimentarias sensaciones que, con el tiempo, pueden ponerlas en estado de transformarse en otras criaturas capaces de moverse de acá para allá con funciones de orden más o menos elevado. De suerte que el reino vegetal ha de psar por ignorados caminos a otros más altos senderos por donde irse perfeccionando hasta el punto de que su divina luz se explaye con mayor y más impelente fuerza y con más pleno y consciente propósito, por la planetaria influencia de los invisibles operarios del gran Arquitecto” (10).

H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .

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