El hombre que llega a este sexto cielo ve desfilar ante sí los inmensos tesoros

de la Inteligencia Divina en su actividad creadora, y puede estudiar los arquetipos de todas las formas que están en vías de evolución gradual en los mundos inferiores. Puede bañarse en el insondable océano de la Sabiduría Divina y resolver los problemas que se refieren a la ejecución progresiva de esos arquetipos, comprendiendo, en fin, aquel bien parcial que parece ser un mal a los ojos de los envenenados por la carne. En este horizonte agigantado, los fenómenos toman su justo valor relativo, y hombre ve allí la justificación de los “caminos del Señor”, que dejan de ser para él “insondables” en cuanto se refieren a la evolución de nuestros mundos inferiores. Los problemas que se propuso inútilmente en la tierra y cuyas soluciones escaparon siempre de su ávida inteligencia, los resuelve por su intuición que rasga los velos fenoménicos y descubre los ocultos eslabones de la no interrumpida cadena de las causas.

Annie Besant . La sabiduría antigua .

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