Todavía no hemos llegado en este escrito nada más que a la segunda edad del

hombre nuevo y todavía no hemos abierto la entrada del reino Divino, porque el hombre nuevo está aún en su crecimiento y no ha llegado a la edad de la virilidad. Mientras él crece, hagamos aquí, en el reino profético, una observación esencial: que los espíritus de Pitón no han influido en los patriarcas y los profetas, como lo han hecho en todos los tiempos con el género humano. Abraham, Jacob, Noé, Moisés, David, Ezequiel, Jeremías, Daniel, han seguido la vía natural en mil circunstancias de su vida en que se les confiaba la luz superior. Se les indicaban los acontecimientos proféticos más remotos, se les enseñaban a veces hasta en sueños y después se les dejaba a la ley del tiempo y a las tinieblas naturales que envuelven a toda la familia humana.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

Índice