Una vez estuve en un pueblo. Se acercaron a mí dos hombres; uno era hindú,
el otro era jaina. Los jainas no creen en la existencia de Dios. Los dos eran amigos, casi amigos de toda la vida. Ambos debían de tener unos setenta años, y habían discutido durante toda su vida sobre si Dios existe o no. El hindú insistía en que sí existe y citaba a los Vedas y los Upanishads y el Gita, y el jaina insistía en que no existe y citaba a Mahavira y a Neminath y a Parshwanath y a sus tirthankaras. Y discutían y discutían en vano, porque estas cuestiones son tan faltas de significado, tan fútiles, que puedes seguir discutiendo hasta lo infinito; no tiene fin. Nadie puede probar absolutamente, nadie puede refutar absolutamente tampoco. Las cuestiones son totalmente inútiles. Nada se puede probar definitivamente de una manera u otra, de modo que la cuestión permanece pendiente.
Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .