En efecto, algunos que reconocen que la idea de creación no se encuentra en las

doctrinas orientales (con la excepción del islamismo que, bien entendido, no puede ser puesto en causa bajo esta relación), pretenden sin embargo, y sin intentar ir al fondo de las cosas, que la ausencia de la idea en cuestión es la marca de algo incompleto o defectuoso, para concluir de ello que las doctrinas que se tratan no podrían considerarse como una expresión adecuada de la verdad. Si la cosa es así del lado religioso, donde se afirma demasiado frecuentemente un enojoso «exclusivismo», es menester decir que los hay también que, del lado antireligioso, quieren, de la misma constatación, extraer consecuencias enteramente contrarias: esos, atacando naturalmente la idea de creación como a todas las demás ideas de orden religioso, afectan ver en su ausencia misma una especie de superioridad; evidentemente que no lo hacen, por lo demás, más que por espíritu de negación y de oposición, y no en punto ninguno para tomar realmente la defensa de las doctrinas orientales de las que apenas sí se preocupan. Sea lo que fuere, estos reproches y elogios no valen más y no son más aceptables unos que otros, dado que proceden en suma de un mismo error, explotado solo según intenciones contrarias, en conformidad a las tendencias respectivas de los que le cometen; la verdad es que unos y otros se apoyan enteramente en falso, y que hay en ambos casos una incomprensión casi igual.

Ariza Francisco . Apercepciones sobre el esoterismo islámico y el Taoísmo .

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