También hacían los antiguos el pabilo de las lámparas perpetuas con la piedra lapis carystius,

muy abundante en la ciudad de Carystos, cuyos habitantes, según dice Mateo Radero (46), bataneaban e hilaban esta piedra filamentosa para tejer mantos, manteles y otras prendas por el estilo, que se echaban al fuego para limpiarlos cuando estaban sucios, en vez de lavarlos con agua. Pausanias (47) y Plutarco (48) aseguran que de esta iedra se fabricaban los pabilos de las lámparas; pero dice el segundo que en su tiempo ya no se encontraban piedras de asbesto. Liceto opina que las lámparas perpetuas de los antiguos sepulcros carecían por lo general de pabilo, si bien Luis Vives afirma que, por el contrario, vio muchas con él. Por otra parte, liceto se muestra firmemente convencido de que los pabilos pueden ser de tal naturaleza, que duren muchísimo tiempo y resistan el fuego, de modo que en vez de consumirse queden retenidos como por una cadena.

H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .

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