«Que vuestro corazón no se preocupe. Creéis en Dios, creéis también en mí. Hay muchas

moradas en la casa de mi padre. Si no fuese así, os lo habría dicho, porque me voy para prepararos el sitio. Y, después de que me haya ido y os haya preparado el sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que estéis donde yo esté». Esta morada que tenía que preparar era la que la fuerza per- versa había usurpado en el universo y en el hombre, al que el espíritu venía a devolverla para que se cumpliesen los decretos del amor y de la justicia del ser soberano. Estas moradas diferentes que hay en la casa del padre son los dife- rentes dones y las diferentes recompensas que se han prometido a los que los hayan hecho valer.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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