También a imitación suya, el espíritu que viene a inmolarse en nosotros para regenerarnos no
teme en absoluto «meter la mano en el plato, con el mismo que lo traiciona y que va a entregarlo a los príncipes de los sacerdotes»; porque este espíritu «que acaba de inmolarse en nosotros, se va, según lo que está escrito sobre él... pero ¡pobre de aquél por el que el hijo del hombre sea entregado! más le valdría no haber venido al mundo... Pero, para vosotros, yo os reservo el reino como mi padre me lo ha reservado».
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .