Esto es lo que está sucediendo en tus relaciones amorosas: uno es una prostituta y

el otro es un taxista. Es un trato, es diente por diente. Es un conflicto continuo. Por eso las parejas están peleándose constantemente. No pueden dejarse el uno al otro; aunque no paran de pelearse, no pueden dejarse. De hecho, ésa es la razón por la que están peleándose: para que ninguno pueda marcharse. No pueden estar en calma porque si están en calma entonces se quedarán en blanco y el otro les explotará más. En cuanto veas esto comprenderás toda la miseria de matrimonio. Todo su fundamento está ahí. Uno se pregunta por qué las personas no se dejan la una a la otra si no son felices juntas. ¡No pueden dejarse! No pueden vivir juntas y tampoco pueden separarse. De hecho, la idea misma de la separación está creando el conflicto. Se incapacitan mutuamente para que el otro no se pueda escapar, incluso si él o ella quiere escapar. Se cargan mutuamente con semejantes responsabilidades, semejantes moralidades, que incluso si el otro se va, se sentirá culpable. Su propia consciencia le dolerá, le pinchará: ha hecho algo malo. Y juntos, lo único que hacen es pelearse. Juntos, lo único que hacen es un continuo regateo sobre el precio. Vuestro matrimonio, lo que llamáis amor, es un mercado. No es amor. No hay ninguna posibilidad de amor como resultado de sentirse solo. Como resultado de sentirse sola, la gente empieza a meditar; como resultado de sentirse sola tampoco hay ninguna posibilidad de meditación. Empiezan a sentirse solos y quieren algo con lo que llenarse. Necesitan un mantra, la meditación transcendental o todo ese tipo de tonterías. Querrían algo con lo que llenarse, porque se sienten vacíos y aislados. Repetir «Ram-Ram, Krishna-Krishna» o «Ave María» o cualquier cosa al menos les ayudará a olvidarse de sí mismos. ¡Esto no es meditación! Esto es solo tapar el aislamiento, el vacío. Esto es solo tapar un agujero negro en ti mismo. O empiezan a rezar en las iglesias y en los templos y empiezan a hablarle a Dios. Ahora Dios es su imaginación. No pueden encontrar al otro en el mundo porque es demasiado costoso encontrar al otro en el mundo y causa tantos problemas; así que ahora crean al «otro», allí arriba, en el cielo: empiezan a hablarle a Dios. Pero no pueden vivir sin el otro, el otro tiene que estar ahí. Puede que se escapen al desierto, pero incluso en la cueva desierta estarán mirando al cielo y hablándole al otro. Esto es una fantasía y nada más. Y si sigues hablando mucho tiempo, puede que empieces a alucinar con que el otro está ahí. Tu necesidad es tal que puedes crear al otro con la imaginación. Por eso las llamadas religiones han tratado de alejarte de los otros que son corrientes y están asequibles. No quieren que te cases. ¿Por qué? Porque si estás casado y tienes una mujer, un marido, no necesitas a un Dios. Es una estrategia: no te permitirán estar en el mercado porque entonces estás ocupado y no te sentirás solo. Entonces ¿por qué ibas a hablarle a Dios? Puedes hablarle a la gente. Te llevarán a cuevas en los Himalayas, a monasterios, para que te sientas tan solo que debido a la desdicha del aislamiento tengas que hablarle a Dios, tengas que crear un Dios a tu antojo. Y entonces, cuanto más profunda es tu hambre del otro, mayor es la posibilidad de visiones de Dios. Y esas visiones no son más que ilusiones, sueños vistos con los ojos abiertos. Es como cuando se pone a una persona en un ayuno prolongado: puede que empiece a imaginar comida, puede que empiece a ver comida.

Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .

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