No nos asombre tampoco que todo su ser no sólo resulte brillante y luminoso como

los astros del firmamento, sino que incluso esté completamente lleno de ojos, como las ruedas de Ezequiel, ya que tiene que vigilar todo lo que se le acerca con malas intenciones e iluminar todo lo que viene a él con la sed de la luz.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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