Favorecer el desenvolvimiento de las facultades innatas y no recargar la memoria con abrumador cúmulo

de palabras: tal es el objeto de la educación verdadera. La memoria no necesita cultivo como facultad distinta, porque depende de la atención, es decir, de la firma concentración del pensamiento sobre el objeto estudiado y de la afinidad natural que existe entre el objeto y la inteligencia del niño. Si el objeto agrada, es decir, si la inteligencia tiene aptitudes en tal sentido, no hará falta la memoria para sostener la atención.

Annie Besant . La sabiduría antigua .

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