Ese es, pues, el triste destino de esta palabra querida que la sabiduría hace que
nazca en el nombre nuevo y que no se puede engendrar nada más que rompiendo todas las barreras que la retienen en la esclavitud y en la coacción. Es la presión de la influencia superior la que obliga a esta palabra a cruzar con fatigas sus obstáculos y a manifestarse con rasgos agudos, cuya imagen es nuestra lengua corporal y de los que encontraríamos figuras aún más sorprendentes en la manifestación que llegó a los apóstoles en Jerusalén, si nuestro plan no nos impidiese dar detalles anticipados del orden de los temas que se van a tratar en este escrito.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .