«Si yo no hubiese venido y no les hubiese hablado, no habrían pecado; pero ahora

no tienen excusa para su pecado. El que me odia a mí odia también a mi padre». Ver al hijo y no reconocer al padre es no tener fe, inteligencia ni voluntad. Es no tener inteligencia, porque el que ve al hijo ve al padre; porque ocurre con esta manifestación lo mismo que con la de nuestra palabra, en la que aquéllos a quienes la manifestamos pueden ver nuestro pensamiento, que es su padre, Es no tener voluntad, porque esta palabra que se presenta bajo la forma humana nos anuncia de forma bastante clara cuáles son nuestros dere- chos y nuestros privilegios y lo que podrían hacer que consiguiésemos, con poco que quisiésemos utilizarlos.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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