Además de los minerales y los metales estaban «sexuadas» las piedras preciosas. Los mesopotámicos las

dividían en «macho» y «hembra», según su color, forma y brillo. Un texto asirio, traducido por Boson, habla de «la piedra musa, masculina (por su forma), y de la piedra de cobre, femenina (por su forma)». Boson precisa que las piedras masculinas tenían un color más vivo; las femeninas eran más pálidas. (Todavía hoy los joyeros distinguen el «sexo» de los diamantes según su brillo.) La misma división encontramos para las sales y los minerales desde la época de la literatura ritual babilónica, y así se conserva en los textos médicos. La clasificación sexual de los minerales y las piedras se ha mantenido en los escritos de los lapidarios y alquimistas de la Edad Media; así, el lapis judaicus, por ejemplo, es «macho» o «hembra», etc.

Mircea Eliade . Herreros y alquimistas .

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