El cadáver astral, como se le llama a veces, o el cascarón astral de la
entidad de que es parte, se compone de restos de las siete capas concéntricas anteriormente descritas, restos mantenidos en conjunto por la remanencia magnética del alma. Cada capa o corteza, a su vez, se disgrega hasta reducirse a fragmentos esparcidos, que quedan sujetos, por la atracción magnética, a las capas que todavía subsisten. Cuando todas quedan reducidas a semejante condición, incluso la séptima, la más interna, el hombre mismo escapa dejando tras sí esos restos. El cascarón flota luego a través del mundo astral, repitiendo de una manera automática sus vibraciones acostumbradas, y a medida que el magnetismo remanente va perdiéndose, se descompone el cascarón cada vez más y acaba por disolverse del todo, restituyendo sus materiales al fondo común de la materia astral, como el cuerpo físico devuelve al mundo físico los elementos de que se componía.
Annie Besant . La sabiduría antigua .