«Esos son los frutos que debo esperar de las virtudes de mi pensamiento y de
mi corazón, si tengo celo por la gloria y el servicio del habitante celeste que mora en mí. Son como unos imanes que yo hubiese puesto fuera de mí. que levantasen del suelo mi masa informe, que me atrajesen hacia la verdadera mina y me sirviesen de brújula en los diversos senderos de mi can-era. Serán mis tesoros en este bajo mundo y mi corazón estará con ellos, pues se nos ha dicho que donde esté nuestro tesoro allí está nuestro corazón».
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .