Los períodos llamados yugas, kalpas, nerosos y vrihaspatis son arduos problemas de cronología que ponen

cejijuntos a eminentes matemáticos. El Sâtya-yuga y los ciclos budistas nos asustan con sus cifras. El mahakalpa o edad máxima se remonta mucho más allá de la época antediluviana y su duración es de 4.320.000.000 de años solares, que se distribuyen como vamos a ver: En primer lugar tenemos los cuatro yugas siguientes: 1º Sâtya-yuga .................................................................. 1.728.000 años 2º Trêtya-yuga ................................................................. 1.296.000 “ 3º Dvâpa-yuga ................................................................. 864.000 “ 4º Kali-yuga ...................................................................... 432.000 “ ________ 4.320.000 “. Estos cuatro yugas constituyen un mahâ-yuga o yuga máximo y setenta y un mahâ-yugas comprenden, por lo tanto, 4.320.000 x 71 = 306.720.000 años. A este cómputo hay que añadir un sandhyâ o duración de los crepúsculos matutino y vespertino, en todo este tiempo, equivalente a un sâtya-yuga ó 1.728.000 años, con los que tendremos: 306.720.000 + 1.728.000 = 308.448.000 años o sea el período llamado manvántara (49). Catorce manvántaras componen 308.448.000 x 14 = 4.318.272.000 años y añadiendo un sandhya tendremos 4.318.272.000 + 1.728.000 = 4.320.000.000 años o sea el mahâkalpa o edad máxima, según vimos al principio de este cómputo. Como quiera que nos hallamos en el kali-yuga de la época vigésimo-octava del séptimo manvántara, aún nos falta algún trecho que recorrer antes de llegar siquiera a la mitad de la vida del planeta. Estos guarismos no son fantásticos, sino que, por el contrario, derivan de cálculos astronómicos según ha demostrado Davis (50). Muchos eruditos, entre ellos Higgins, no pudieron averiguar, no obstante sus indagaciones cuál era el ciclo secreto. Bunsen ha demostrado que los sacerdotes egipcios mantenían en el más profundo misterio las rotaciones cíclicas (51). Tal vez provenga la dificultad de que los antiguos lo mismo aplicaban el cálculo al progreso espiritual que al material de la humanidad, y así no será difícil descubrir la íntima relación establecida por los antiguos entre los ciclos cronológicos y los de la humanidad; si recordamos la suma importancia que daban a la constante y omnipotente influencia de los planetas en el destino de los hombres. Higgins acertó al suponer que el ciclo indo de 432.000 años es la verdadera clave del ciclo secreto, pero bien se echa de ver que no fue capaz de descifrarlo, pues este ciclo es el más impenetrable de todos, porque atañe al misterio de la creación. Está representado con guarismos simbólicos en el Libro de los números de los caldeos, cuyo texto original no se halla en biblioteca alguna, si acaso se conserva, ya que era uno de los tantos libros de Hermes (52).

H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .

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