Encarnación viva del amor divino, franquea en seguida la puerta de la cuarta iniciación que

le admite al cuarto grado del Sendero. Entonces es el Santo, el Venerable, el que está “más allá de la individualidad” (Paramahamsa en indo: el que está más allá del Yo. El budista lo llama Arhat: venerable.) En este grado el discípulo permanece, tanto tiempo como desee, limando los últimos eslabones que le atan aún a las regiones inferiores y le interceptan con su red sutilísima el camino de la liberación final. Rechaza toda sujeción hacia la existencia “formal”, y toda sujeción hacia la vida “sin forma”. Por sutiles que puedan parecer, estas sujeciones constituyen graves obstáculos, y el hombre debe ser enteramente libre. Debe moverse a través de los tres mundos sin que nada pueda detenerle. Los esplendores del “mundo sin forma” deben ser tan impotentes para seducirle como las bellezas concretas de los mundos de la forma.

Annie Besant . La sabiduría antigua .

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