El iniciado de esta etapa, consciente de su esencia divina en las limitaciones de la
carne, se siente como "crucificado" en la materia, y muchas veces se cierne sobre él ese estado de conciencia que se ha llamado la "noche espiritual", en el que su espíritu (como el de "Cristo" en la agonía de la cruz) se encuentra dolorido, escarnecido y solo, muchas veces torturado por esas "bebidas amargas" de la traición, la negación y el abandono, como con tan vigorosos trazos nos Pinta San Juan de la Cruz en "La noche oscura del alma" y modernamente A. Besant en su "Noche espiritual", donde hace acertadas consideraciones sobre la acción de las "Potencias de la Noche" que "con una sola de sus ráfagas parecen ahuyentar todos los tesoros espirituales que largos años de prueba e incesante trabajo lograron acumular"'.
Eduardo Alfonso . La iniciación .