Te-shan visitó una vez a Lung-t'an y, buscando más y más esclarecimientos, se quedó hasta

que se hizo muy tarde. Finalmente, Lung-t'an dijo: «Cada vez es más de noche. ¿Por qué no te retiras?» Te-shan, despidiéndose, alzó la mampara de bambú y salió. Al ver la intensa oscuridad fuera, volvió y dijo: «Está oscuro fuera.» Entonces Lung-t'an encendió un farol y se lo ofreció a Te-shan. Justo cuando Te-shan estaba a punto de cogerlo, Lung-t'an lo apagó de improviso. Con esto, Te-shan de pronto alcanzó la iluminación, después de lo cual hizo una reverencia. Lung-t'an dijo: «¿Qué tipo de verdad viste?» Te-shan dijo: «Desde hoy nunca pondré en duda las declaraciones de todos los antiguos maestros bajo el cielo.» Al día siguiente, Lung-t'an acudió ante los discípulos y dijo: «En este grupo hay un hombre cuyos dientes caninos son como árboles de espadas, cuya boca parece un plato ensangrentado, y que no vuelve la cabeza ni siquiera cuando le dan un golpe con una vara. Un día establecerá mi camino en lo alto de la cima de una montaña solitaria.» Entonces Te-shan, delante de la sala de meditación, sacó sus comentarios de los sutras, alzó una antorcha y dijo: «El profundo análisis sin fin es como poner un solo pelo en el vacío del espacio; el poder mundano es como arrojar una gota de agua en un inmenso barranco.» Diciendo esto, tomó sus comentarios y los quemó.

Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .

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